lunes, 29 de junio de 2009

Mayo del 69

No creo que hubiera en toda Europa un país con menos sentido del humor que aquella España de los 60. Todo era tremendo. Reirse con Gracita Morales era poco menos que colaborar con el régimen. Total, que me fui a Paris.

En Mayo de 1968 Nino tenía 18 años y una enorme curiosidad. Era moderno. Sabía idiomas. Y, sobre todas las cosas de este mundo, tenía ganas de divertirse. Así que Nino se fue a Paris.

Me encontré con Nino por primera vez en el bar de los Studios Backer en la Place Clichy. Entré y me dirigí directamente a una de las mesas sin darme cuenta de que bajo mi silla había un pequeño charco de agua - acababan de fregar el suelo-. La vieja camarera rubia y coquetona del bar, antes de preguntarme qué quería, me soltó haciendo aspavientos: Mais ce n´est pas possible, monsieur a fait pipi! Yo no comprendí nada y mientras todos sonreían y me miraban, me preguntaba cabreado por qué otra vez, otro parisino me tenía que increpar. Ya estaba a punto de cagarme en sus muertos, en la mejor tradición española, cuando Nino desde la barra, acudió en mi ayuda.
Ne soies pas mechante, Leonie! ¿Eres español?
Nino no llevaba barba, ni pana, ni trenca, pero yo asumí que, como a tantos otros jóvenes españoles, le había llevado a París el movimiento estudiantil y me enfrasqué en una presentación de credenciales llena de nombres de presos políticos y libros prohibidos en España que dejaran claro que no estaba hablando con un cualquiera. No me dejó terminar el discurso. Huyó de mi despavorido con la promesa de que otro día charlaríamos. Coincidiríamos sin embargo en el Barrio Latino -¡el se lo iba a perder!- y en mas de una asamblea donde, con su mini-pull amarillo y aquel flequillo a lo Hervé Vilard, destacaba entre el grupo marrón de los españoles.
Con el tiempo, llegamos a hacer una buena amistad que tuvimos la ocasión de compartir durante algunos años en el Ministerio de Cultura con el primer gobierno socialista.

Es cierto que en el 68 todos aprendimos algo en Paris. Claro que a Nino no le pidas que recuerde ni una sola de las consignas del 68. Argumenta que el, que siempre va por delante, estaba muy ocupado descubriendo el 69.

6 comentarios:

Capri c'est fini dijo...

Ni todos los españoles de dentro se destornillaban con Gracita Morales (lo cual no entiendo como es posible) ni todos los de fuera vestían con pana de viejo republicano. Eso es lo bueno de un país, que rompa tópicos, porque los que los rompen son los más interesantes. Ahora noto que estamos anclados en muchos de ellos casi insuperables. No lo puedo soportar.

Voy corriendo a que me hagan un flequillo a lo Hervé Villard para cantar mi canción con más fundamento: Capri c'est fini.

senses and nonsenses dijo...

vaya personaje, no sé si real o no, pero algunas personas siempre saben salir a flote.

un abrazo.

Justo dijo...

Pues yo creo que los franceses carecen de eso precisamente, de sentido del humor.. o es un tanto incomprensible para los demás. Y te habla un francófilo redomado. Pero ellos son tristes, por lo menos los parisinos, la joie de vivre se debió quedar colgando en algún sitio entre las dos tremendas guerras del siglo pasado. Pareciera que no, pero todas esas cosas dejan poso.. y Francia es la tierra del existencialismo.

molano dijo...

Caprí, lo de Hervé, ha sido en tu honor, que conste. Y estoy de acuerdo contigo pero creo que a pesar de todo hoy España es un pais mas heterogéneo y abierto. En épocas de represión todo se hace necesariamente mas dramático y más radical y se cae en los estereotipos. Ser de izquierdas y yeyé (por resumir la historia) no se entendía facilmente.
Senses, Nino parte de un personaje real. Y si, era del tipo Molly Brown.
Justo, estoy de acuerdo contigo. El sentido del humor no es lo que mas destaca en los franceses. Cuando veo a alguno de mis actores franceses favoritos haciendo "gracias" en alguna peli me da una vergüenza ajena tremenda. Hay que pensar lo que significaba viajar al extranjero desde España en los 60.

maikix dijo...

Pues yo creo que los años del franquismo hicieron aflorar un tipo de humor especial, subliminal o entre líneas, paralelamente al chiste fácil y grosero permitido, gracias al cual se podían decir cosas que de otra manera hubieran sido censuradas.

molano dijo...

Es cierto Maikik que la censura hizo agudizar mucho el ingenio. A los que eran ingeniosos.