sábado, 31 de octubre de 2009

Las otras italianas


Desde los 50 a los 70 el cine internacional disfrutó de todo un plantel de bellezas italianas que en muchos casos resultaron ser unas actrices muy eficaces e incluso buenísimas. La Loren, la Lollo, la Cardinale, la Vitti, la Mangano o Pier Angeli llenaban las carteleras de todo el mundo. Eso sin contar otras grandísimas actrices como la Magnani o Giulietta Masina. Tras ellas, quedaron un tanto eclipsadas muchas otras que, habiendo hecho largas carreras como actrices principales, a menudo también en Hollywood, se pierden en nuestra memoria entre el nutrido grupo de las bellezas italianas de la época. Reflexioné sobre esto a raiz de la muerte de Rosanna Schiaffino. Resultó que mis puestísimos amigos o no la conocían o la conocían muy vagamente. Así que, aquí están estas otras italianas. Alguna quizá sea menos conocida. Todas son un regalo para la vista.



































Elsa Martinelli, Virna Lisi, Antonella Lualdi, Marisa Pavan, Rosanna Podesta, Alida Valli y Sylvia Koscina que era yugoslava.

lunes, 26 de octubre de 2009

Rosanna Schiaffino


La noticia de la muerte de Rosana Schiaffino estos días atrás me ha traido muchos recuerdos. Y todos buenos. Relaciono a la Schiaffino con lo que en los 60 se llamaban películas fuertes.






La corrupción
, con un Jacques Perrin al que yo quería parecerme




Dos semanas en otra ciudad -¡qué fuerte!- con un casting de superlujo donde ella tenía un papel menor pero inolvidable. La patada en el culo que le da Kirk Douglas está en mi memoria junto a la bofetada de Gilda


Y, sobre todo, en La notte brava, una película de Bolognini llena de bellezas y bellezos (o qué te crees Aido) con guión de Pasolini, llena de escenas memorables. Y en blanco y negro, que es lo que mejor le sentaba a Rosanna.


Además de actuar en el cine italiano, trabajó en Hollywood, en Francia, en Inglaterra y también en España, donde, como no, tuvieron la original idea de vestirla de monja. Espero que antes de irse, haya sabido perdonarnos.

Cambio de horario

Fue el domingo, si. Una hora menos.
A muchos les sienta a cuerno quemado. Les afecta físicamente. Yo, la verdad, ni me entero.
Pero me ha parecido un pretexto estupendo para compartir con todos esta joya de vídeo.
Retroceded en el tiempo.

jueves, 22 de octubre de 2009

Danzón


Fue ver la película Danzón y saber que yo tenía que estar allí. Quedé en Veracruz con mi viejo amigo Alain con quien siempre me encuentro en paisajes extraños al suyo y al mío. Yo, a causa del trabajo en Madrid, tuve que retrasar mi vuelo. Llegué un día mas tarde. No se si se alegró. Nunca me atreví a preguntárselo. El llegó justo a tiempo, cuando empezaba el danzón.

Alain: - A mi nunca me había sacado a bailar un hombre. Quizá debería empezar por explicar que yo soy un hombre. Me llamo Alain, tengo treinta y cinco años. Soy franco-canadiense. Me gano la vida dando clases en una pequeña universidad de Manitoba. Llegué a Veracruz bien entrada la tarde y decidí aprovechar el fin del día para echar un vistazo a la ciudad.
-¿El zócalo por favor?

El zócalo está a rebosar. Se celebra un festival folclórico con el curioso nombre de Festival Cultural de los Institutos Tecnológicos. Cuando entro en la plaza, están bailando el danzón. En el escenario, los jóvenes tecnólogos y en la plaza, viejas parejas de espontáneos jarochos, muy chulos, muy cachondos, luciéndose. Recordé la película DANZÓN y miré los pies de los que bailaban, buscando los zapatos imposibles con los que arrancan los créditos. Me habían cambiado la estilista.¿Quién ha puesto ahí esas NIKE?
Durante toda la noche, grupos de jóvenes venidos de todo el país cantan y bailan el folclore típico de sus regiones. Finalizado el espectáculo, dan entrada a la orquesta y nos invitan a bailar en la plaza.
Yo estaba muy ocupado obsevando a la gente -¿no les he dicho que soy profesor de sociología?- y en especial a una pareja: un joven mulato, enjuto, fuerte, de unos 25 años y una extranjera de largos cabellos rubios, de unos 40 años y unos 120 kilos. Ella venga ja, ja, ja. Teatral, sofocada, se peina y despeina continuamente intentando atraer la atención sobre su cara guapa para disimular su enorme culo. Apretaba al fibroso moreno contra su cuerpo y este recomponía con gracia los desmanes de la rubia consiguiendo, milagrosamente, mantener el tipo. A ella –está claro- le gustó mucho LA NOCHE DE LA IGUANA. A él le gustaba yo. Aunque esto me costó más entenderlo.
Primero me lo dijo con una larguísima mirada disculpándose cuando su Ava Gadner me pisó al intentar imitar el zapateado de los del Tecnológico tapatío. Y luego en el baile. Los dos bailaban entre otras parejas, rodeados por todos los mirones que no habíamos conseguido una. Ella, pelo va pelo viene, manejando sus 120 como si fueran 35 kilos, El, liberado por el baile de los abrazos de la gorda, me dedicó la rumba más sensual que jamás un hombre ha dedicado a otro en plaza pública al sur del Río Grande. En mi vida me había visto en otra.
La gorda, de repente, me hace un guiño mientras con el índice me indica que me acerque a bailar. Yo me disculpo, riendo divertido. Ella insiste. Es entonces cuando él me agarra de la mano, apretándome con fuerza y me saca a bailar.
Algún gen ancestral criollo, no tan hibernado como yo creía, me permitió salir airoso del trance y acabamos el baile abrazados los tres entre los aplausos del generoso pueblo mexicano.
En un bar de la plaza, con tres tequilas, hacemos las presentaciones. Alice es de Washington y ahora vive aquí. Es profesora de inglés. El se llama Chucho. Es experto en sonrisas y no parece dispuesto a aburrirnos con su curriculum. También me presentan a muchas otras personas. Casi todas muy hospitalarias.
- No seas güey, que no ves que todos estos son unos pinches chichifos, me dice Chucho cuando un cuate me invita a ir a su casa. Ya que él insiste en que mi español es muy bueno, no quise decepcionarle, pero no entendí una palabra.
De repente, ¡CHAS!, un hada: aparece Sara.
Sara puso la misma cara de admiración/sorpresa al descubrirme en la barra que yo puse al descubrirla a ella. Es que ella es un travestón. Aunque al parecer, su admiración por mi es más sincera.
-¿Que estás aquí en un hotel? Qué tontería si te puedes quedar en mi casa perfectamente... , me suelta enseguida Sara. La casa de Sara, según me explica Chucho, animándome -ahora si- a aceptar la invitación, es un monumento nacional. La casa de la madre de un famoso político veracruzano.
-¡Orale! Pero ten cuidado no se te aparezca el galán, güey .
Alice también insiste cada tanto en volver a casa. Chucho entonces me mira, sonriente.
Al rato, Sara vuelve a la carga:
- ¿Quieres que vayamos a la casa a ver unos pornos?...

Junto a la rokola, conozco a dos marinos mercantes que llevaban navegando juntos toda la vida: -Los mejores culos, los de las brasileñas. El mío tampoco debe parecerles mal porque entre mano, cuate y chócala, me están dando un repaso que hace que me cambié de sitio la cartera. Y en eso…
-¿No habrás pensado que me quería acostar contigo porque te he invitado a la casa, verdad?...
- Pues...

- Es que me ofenderías muchísimo...
- No, Sara, no lo he pensado

- Oye -ahora era Chucho- ¿a lo mejor quieres estar solo y te estamos molestando?...
Chucho se lleva a Alice a casa. Sara se despide de mí con un respingo. Los mercantes se abrazan en la barra dizque p´aguantar el pedo. Los chichifos (y ahora sí entiendo lo que quiere decir) me miran desde la terraza del bar. Cada vez que nuestras miradas se encuentran, por una extraña coincidencia, les pican los güevos. Fuera, en la plaza, sigue la fiesta: marineros, bailones. putas, mirones, mujeronas y retemachos, mariachis y marimbas, música y música... Recordé entonces lo que me había dicho mi viejo amigo Manuel, un español que me recomendó Veracruz: ...en cinco minutos en la plaza de Veracruz pasan más cosas que en todo Marcel Proust( Proust es mi mejor compañía allí en Canadá). Si, bueno, es una forma de explicarlo...Debería, no obstante, haberme avisado de que hay hombres que te sacan a bailar. Y ahora me van a perdonar pero llaman a la puerta. Perdona tú también, Marcel.
-Pásele, Chucho, pásele.

domingo, 18 de octubre de 2009

Comentarios


Marie Curie, esa gran mujer.


9 comentarios - Mostrar entrada original
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dprisadprisa dijo...
Muy chula la Curie, blogundio. Saluditos.

myputabola dijo...
Está muy mona Mme Curie, me recuerda a mi tía Enriqueta, una mujer muy alegre pero que se le puso la misma cara de amargada por culpa de los hombres. Tia Queta era viuda, yo no conocí a su primer marido pero parece ser que era una mala bestia, total que entre los lutos y todo aquello de la moral franquista pasaron por lo menos diez años hasta que se casó de nuevo. No tuvo suerte la pobre porque el primer marido se murió pero el segundo era para matarle .................... Se lo dijo a la reina de Inglaterra.......................que la cantó en Marisol rumbo a Rio .......................... por el amante de Rouco Varela.
Un besazo blogundio y dile a kijki que para nada. Y a dllkj que yo si.

chateaquechatea dijo...
¿Hasta qué hora estuvisteis? ¿ Fue la petarda de la porteña?
Dining late forever… ¿Te gusta fabian lesbos?

libertadsinira dijo...
myputabola, ¿qué quieres decir con moral franquista? ¿moral?¿franquista? algo no me casa. No existió tal cosa. Solo fanatismo.

lysstiyo
dijo...

Marie Curie, Marja Skłodowska, (conocida también como Maria Sklodowska-Curie) (7 de noviembre de 1867 – 4 de julio de 1934) fue una química y física polaca, posteriormente nacionalizada francesa. Pionera en el campo de la radiactividad, fue la primera persona en recibir dos premios Nobel y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París.
Nació en Varsovia (Zarato de Polonia, Imperio Ruso), donde vivió hasta los 24 años. En 1891 se trasladó a París para continuar sus estudios. Fundó el Instituto Curie en París y en Varsovia. Estuvo casada con el físico Pierre Curie y fue madre de Irène Joliot-Curie (ambos también galardonados con el Premio Nobel). Pierre Curie
Enlaces externos [editar]
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* Página Nobel
* La vida victoriosa de Marie Curie

jóvena dijo...
Ya estamos. Era una gran científica, una adelantada, una visionaria que tuvo que luchar contra los prejuicios del mundo machista en que le tocó vivir y tu todo lo resumes a su condición de mujer. Menos mal que no has mencionado sus tetas.

molano dijo...
No se gran cosa de Mme. Curie, excepto lo que todos sabemos pero me ha interesado especialmente la foto. ¡Cuánto rencor en esa mirada!

fenomenal dijo...
Qué bien tu, qué bien la Curie, qué bien la foto, que bien el Nobel, que bien pero que bien.

Blogundio dijo...

dprisa, pa´ chula usted madame. Un besito.

myputabola, otra gran mujer tu tía. Y la reina de Inglaterra y si me apuras hasta Rouco.

chateaquetechatea, la porteña llegó vestida como de Mme. Curie pero en puta. Ya te contaré.

libertadsinira, ninguna moral. Me pregunto en qué condiciones trabajaban los ayudantes de laboratorio bajo la dictadura.

lysstiyo, tu siempre tan acertado, gracias.

jovena, perdona, no lo volveré a hacer, se me fue la mano en el texto. A veces sin querer sale el cerdo machista que llevo dentro.

Molano, me alegra que menciones el rencor que nadie parece haber notado. Si, Marie fue una gran rencorosa.

fenomenal, tu si que muy bien.



Y ahora si, bromas aparte, creo sinceramente lo que pone aquí a la derecha en el plato ese: “Un blog se alimenta de vuestros comentarios”.
Espero seguir contando con ellos después de esta entrada.

lunes, 5 de octubre de 2009

Suecas

Para ser sueca en la España del desarrollo era imprescindible no ser española. Esto, aunque lo parezca, no es ninguna tontería, porque la primera seña de identidad de la sueca consistía en hablar con un fuerte acento extranjero. Por consiguiente, una sueca podía ser de cualquier lugar del mundo excepto de España. Eso si, siempre que fuera rubia y que estuviera buenísima. Y que llevara bikini.
En España, el habitat natural de la sueca era la costa, nunca mas de cien metros mas allá de la arena de la playa. Suecas de invierno no había. Ni de secano. Jamás se vió una sueca en el museo del Prado ni en la Mancha, por poner solo un par de ejemplos.
Vale, si, yo conocí una sueca en Madrid pero ya en los 80. Era morena, arrolladoramente simpática y hablaba español con acento andaluz. Y eso, digan lo que digan, no es una sueca.

En el cine español, la sueca dió mucho juego. ¿Qué hubiera sido de Alfredo Landa sin las suecas? Es más, ¿qué hubiera sido del cine español mas casposo sin ellas?
La sueca arrasó hasta en el mismísimo Sitges, prueba de fuego para cualquier mujer. Allí, por culpa de las suecas, casi se le estropea la boda a Lali Soldevilla en el Vivan los novios de Berlanga.
Y he dicho casi. Porque Lali no era sueca, pero era mucha Lali.

El sueco
sin embargo era un desconocido. Se sabía de su existencia pero raramente te
encontrabas con alguno. Al no saber exactamente cual era su aspecto, muchos españoles intentaban suplantar su personalidad. Y se hacían el sueco con fines poco claros cuando no indudablemente fraudulentos.

Suecas de cine

El cine que conocemos no sería igual sin las actrices suecas.
Garbo talks! ¿Cómo hubiera sido Hollywood sin Greta Garbo?
¿Te imaginas Casablanca sin Ingrid Bergman?
¿Y las pelis de Elvis sin Ann Margret?

¿Via Venetto sin Anita Ekberg? ¿Qué dolce vita sería esa?
May Britt, casándose con Sammy Davis jr., hizo mas por la integración racial en USA que muchos conocidos activistas americanos.
¿Hubiera estado de tan buen humor Peter Sellers sin Britt Ekland? Nunca lo sabremos.
Muchas otras suecas pasaron por Hollywood y actuaron regularmente en el cine europeo y algunas privilegiadas, claro está, en el cine de Bergman.
Suecia ha dado al cine internacional muchas grandes actrices y mujeres bellísimas. Piensas en ello y enseguida vienen a tu mente una larga lista.









Los suecos

Sin embargo ellos, los actores, no destacan de la misma manera. Y, para mi, que esto algunos no lo llevan muy bien. Mucho me temo que por eso Ingmar Bergman, prefería a Liv Ullman, que era noruega.
Excepto Max Von Sydow y el recién llegado al gran público Nyqvist, solo he podido recordar a Bjorn Andersen el inolvidable Tadzio de Muerte en Venecia. Quizá a ti se te ocurran otros u otras.
¿Son ellos peores actores? ¿No son tan guapos como las chicas?






Y para terminar, una sueca que no es sueca:
Uma Thurman, que se hace la sueca para cantar "When you got it, flaunt it " del musical The producers.
http://www.youtube.com/watch?v=yeBfVrJ2UiY
Greta Garbo,
Ingrid Bergman, Ann Margret, Anita Ekberg, May Britt, Britt Ekland, Bibi Andersson, Ingrid Thulin, Liv Ullman, Inger Nilsson, Noomi Rapace, Max Von Sydow, Bjorn Andersen, Michael Nyqvist.

jueves, 1 de octubre de 2009

Línea 2

Marta

A través del gran ventanal del despacho de Marta, pueden verse modernos edificios de oficinas iluminados, donde trabajan diminutos ejecutivos. Marta entra apresuradamente y se dirige a la mesa. Es una mujer hermosa, elegante. Quizá demasiado perfecta. Una rubia Hitchcock. Nadie diría que tiene 35 años. Marta levanta el auricular del teléfono y marca mientras mira su reloj.
- Hola cariño... Lo siento, no podían pasarnos llamadas. ...Te he dicho que lo siento. ...¿Y tiene que ser esta noche?....¿David?, ¡David!
Cuelga cansada. Por un momento inmóvil, rendida, salta luego como si hubieran vuelto a enchufarla y coge la chaqueta y la cartera al vuelo mientras sale del despacho.

Ya en el garaje, camina con decisión por el pasillo que dejan las filas de coches. Se dirige al Gti, abre la puerta, tira la cartera detrás y sube.
Cuando intenta arrancar, el coche no responde. Lo intenta una y otra vez. Se rinde, no sin antes dar un golpe al volante.
-¡Cabrón!

En la calle, Marta busca inútilmente un taxi libre desde la acera. Imposible a esa hora. Y lloviendo, ¡lo que faltaba!. No sabe que hacer. Ve frente a ella una valla publicitaria con un mensaje:
¿CUANTO HACE QUE NO VIAJAS EN METRO? PRIMERA SEMANA DE ENCUENTROS EN EL METRO.
- Uno, por favor... ¿Cuánto es?
La taquillera golpea con el anillo de su mano el cartel con el precio, pegado sobre el cristal de la taquilla. Es casi enana y tiene cara de pocos amigos. Marta no puede evitar compararla con la top model que le sonríe junto al mensaje de la Semana de Encuentros en el Metro.

Alex

El andén está lleno de viajeros que esperan. Entre ellos, Marta y una extraña pareja: Cuco y el Jero que, aunque están juntos, no se hablan. Sin embargo se miran y se hacen gestos. Dos chorizos.
La gente sale casi despedida del tren. Otros entran empujando para hacerse un sitio. Marta desiste de entrar en esas condiciones. Se queda sola en el andén mientras el tren se va.
De repente, por una de las entradas, llega Alex corriendo para coger el tren que se le escapa. Marta lo ve llegar como una aparición y todavía le observa mientras Alex se sube los pantalones y se recoloca la camisa después de la carrera. Una camisa estampada, abierta hasta el pecho, que deja ver una medalla de oro sobre unos pectorales bien marcados. Unos vaqueros con extraños remaches, de marca desconocida. Y unas zapatillas deportivas de marca muy conocida que deben costar mas que todo el resto de lo que lleva puesto. En la mano, una bolsa de deportes con el logotipo gastado de las olimpiadas de Barcelona.
Y sin embargo, es atractivo...-
se dice Marta.
Moreno, de aspecto lustroso. El pelo mojado, como recién salido de la ducha, pero barba de la mañana.
...Si no fuera por los ojos, tan azules, parecería gitano.

Cuando Marta descubre los ojos de Alex que la miran, aparta su mirada y pasea por el andén. Eso permite a Alex recrearse observándola de arriba abajo sin que ella lo note.

El andén se va llenando de gente, Alex no ha dejado de mirar a Marta, ya medio oculta entre los que esperan.
El tren llega igual de lleno que el anterior. Marta no está dispuesta a perder este también pero no se apaña a la hora de situarse junto a la puerta y hacerse camino. Todos los del andén entran al vagón. Ella se queda frente a la puerta. Alex, abriendo los brazos y empujando a la gente hacia atrás con su cuerpo, le hace un hueco para que pueda subir. Marta duda un segundo y finalmente entra dándole la espalda. Se cierra la puerta frente a ella y el tren arranca con Marta pegada al cristal y Alex pegado a ella.
Alex y Marta se miran serios a través de su reflejo en el cristal de la puerta del vagón. Ella está irremediablemente pegada a él y, lo que es mas, siente que todo el mundo sabe lo que tiene pegado al culo. El trayecto se le antoja larguísimo.
El, mirándola siempre a los ojos a través del cristal, apoya su mejilla sobre la cabeza de Marta, cierra un momento los ojos y le sonríe.

Cuando el tren llega a la siguiente estación, Marta y Alex salen para dejar salir. Marta está muy sofocada. Alex se coloca a su lado en el andén, junto a la puerta del tren.
Algunos pasajeros salen, otros entran. Alex sube al tren y se queda frente a Marta esperando a que vuelva a subir pero ella permanece en el andén. La puerta se cierra entre los dos. Y se miran largamente mientras el tren se aleja.